El Tao de las Diosas y los Dioses es un programa para parejas, para solteras y solteros, para quienes buscan pareja y para quienes están cómodos con su soltería; en otras palabras: este programa es para toda persona que desee cultivar el Tao de la Inmortalidad.
De todos los caminos espirituales maravillosos que se nos ofrecen hoy en día, el de la alquimia taoísta, El Tao de la Inmortalidad, tiene algo especialmente precioso y profundo: se trata, en última instancia, del espíritu, de la consciencia atrapada dentro de la materia, dentro de un cuerpo cuya esencia busca elevarse más allá del plano personal para conectarse con el universo. Sin abandonar lo personal, nos permite de hecho conectar con la esencia universal dentro de nosotros para usarla como guía en nuestro proceso vital.
Este camino requiere de gran disciplina y un entrenamiento más prolongado que la mayoría de las otras prácticas. La razón por la que se hace difícil es porque involucra un desarrollo exhaustivo del cuerpo físico y su naturaleza espiritual. En ciertos aspectos, es muy fácil sintonizarse con el espíritu y dejarnos disolver en él; el problema es que, cuando regresamos a la vida cotidiana, nos encontramos con una brecha entre el cuerpo en que vivimos y la idea que tenemos de algún reino espiritual perfecto.
La idea del desarrollo espiritual es que no debe existir separación entre el cuerpo y el espíritu. Dentro del Sistema del Tao Curativo, (https://taocurativomexico.com/sistema-de-tao-curativo/) existen nueve fórmulas que tienen un método muy específico de desarrollo y que nos llevan a través de diferentes niveles de consciencia en el camino a la inmortalidad. Estas fórmulas empiezan por los patrones de energía en el plano físico y gradualmente nos van llevando a otras dimensiones dentro del cuerpo y, de ahí, a las dimensiones interiores de los planetas, el sol, la luna, las estrellas, las constelaciones y al cuerpo universal de la naturaleza.
Lo profundamente espiritual de los antiguos taoístas fue comprender que, como seres humanos que formamos parte del universo, podemos armonizarnos y alcanzar un estado de paz y armonía en nuestra experiencia individual que, por efecto de la resonancia personal, puede extenderse a nuestra familia, a nuestra sociedad, al planeta y al cosmos.
Muchos intentan lograr la paz en el mundo externo, saltándose el paso de encontrarla primero en su interior, probablemente porque esto es lo más difícil. Sin embargo, tratar de proyectar una paz perfecta hacia fuera sin vivirla realmente en lo personal no resuelve el conflicto íntimo. Es un poco como la diferencia entre decidir construir una casa del piso hacia arriba o empezando del techo hacia abajo.
Las nueve fórmulas taoístas tratan sobre cómo construir nuestra casa empezando por el piso y los cimientos. En la primera fórmula, Tao Básico, se aprenden los rudimentos del manejo del cuerpo energético. En la segunda fórmula, Fusión, aprendemos a disolver patrones emocionales reactivos que aprisionan la mente y la energía. La tercera fórmula, Amor Curativo, trabaja con la energía creativa –jing– responsable de nuestra energía sexual, sin cuya conservación y transformación no podríamos alcanzar un nivel de desarrollo físico y espiritual realmente elevado.
La cuarta fórmula, Iluminación Menor o Kan & Li, es el inicio de la alquimia interior, en donde se disuelve la estructura de la personalidad y se da nacimiento al yo inmortal. Es aquí donde se comprende la relevancia de la energía sexual, pues es la que da sustancia al espíritu. Kan y Li, respectivamente Agua y Fuego -los aspectos masculino y femenino de nuestra consciencia- hacen el amor dentro del cuerpo. Es el hieros gamos, el matrimonio sagrado de nuestro femenino y masculino internos, que es el primer paso para concebir al embrión inmortal o cuerpo de luz.
Inmortalidad, en el sentido taoísta, no significa que vamos a vivir para siempre en nuestro cuerpo físico, aunque las prácticas sí resulten en salud y longevidad. Nuestro Yo auténtico es inmortal porque tiene el poder de sobrevivir a la transición de la muerte física y continúa su vida creativa en dimensiones más altas. Este proceso requiere la integración de la esencia sexual del cuerpo físico (jing), el cuerpo energético (chi) y el cuerpo espiritual (shen) en un estado funcional de apertura total (wu) a la multidimensionalidad del momento presente.
El poder espiritual de manifestación oculto dentro del jing, o esencia sexual, es fundamental para cultivar lo que se conoce como un «cuerpo de luz dorada» o el auténtico Yo inmortal. Sin que la esencia sexual se cultive adecuadamente, la cristalización del espíritu de uno no se produce.
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