En unos cuantos días le estaremos diciendo adiós al 2020, el año más inusitado, agotador y hasta traumático que nos ha tocado experimentar en nuestras vidas. Read more about casino mit 1 euro einzahlung. Cuando compartí esta predicción en el boletín de enero, era imposible imaginar la magnitud ni la forma en la que se manifestaría:
El Año de la Rata de Metal Yang será un año de cambios que nos invadirán a un ritmo vertiginoso. Nuestra especie está enfrentando la prueba más radical para cambiar nuestra relación con el espíritu y la materia. Debemos estar preparados para un cambio social, climático, político, humano, de renovación celular y cósmico, y habremos de adaptarnos a lo que venga si hemos de resistir. (https://taocurativomexico.com/feliz-ano-de-la-rata-2020/)
Los seres humanos somos parte de un sistema de consciencia formado por seres esféricos que danzan cíclicamente alrededor del Sol. Somos seres solares, porque pasamos a través del Sol en nuestro viaje de descenso y densificación hacia la Tierra. Asimismo, Marte, Saturno, Venus, Mercurio y Júpiter, que conocemos como planetas, son las entidades espirituales encargadas de asignar a cada individuo su particular dotación de energía, de acuerdo con la Ley de los Cinco Elementos. Esto es lo que constituye el plano de nuestra existencia, nuestra carta astral, lo que se conoce como ming o destino mundano.
A bordo de nuestro planeta Tierra, vivimos y somos afectados por el viaje de nuestro Sistema Solar alrededor del Sol Central de la Galaxia. Pasamos por infinidad de ciclos: lunaciones, eclipses, equinoccios y solsticios, precesión de los equinoccios, las estaciones del año.
Este 2020 es un punto culminante en el proceso que se inició el 21 de diciembre de 2012. El mundo no se acabó, como predecían algunos; lo que sí culminó fue la fase yang, el fin del dominio de lo masculino para abrir paso a la fase yin. Fue el inicio de un nuevo ciclo galáctico. Aunque para muchos “no pasó nada”, la realidad es que la fuerza de la energía femenina ha estado avanzando suave y lentamente, enfriando el exceso de fuego del ciclo anterior, cuya inercia aún se deja sentir en sus patadas de ahogado.
La mira en todos los círculos espirituales está puesta en el próximo solsticio de invierno, que ocurrirá el 21 de diciembre a las 04:03 horas de la madrugada, hora central. Ese mismo día, apenas unas horas después del solsticio, Júpiter y Saturno, los dos planetas más grandes del sistema solar, reconocidos en astrología desde la antigüedad como los dos planetas más poderosos, se encontrarán en lo que los astrólogos llaman La Gran Conjunción. Para los astrónomos modernos, la conjunción Saturno-Júpiter será un evento especialmente espectacular, ya que los dos gigantes siderales estarán más cerca de lo que han estado desde 1623. Cada fenómeno en sí produce una poderosa ventana, pero juntos, estos planetas recargan el solsticio con un poder cuyos efectos hemos podido sentir anticipadamente a lo largo del año y que habrán de continuar hasta tiempo después.
De acuerdo con Rudolf Steiner, maestro espiritual fundador de la antroposofía, el solsticio de invierno es el único día del año en que los rayos del más elevado reino espiritual descienden directamente hacia la humanidad. En este solsticio, junto con el rayo cósmico vienen las poderosas energías de la conjunción Júpiter-Saturno. Las Grandes Conjunciones ocurren cada veinte años, durante la primera parte de la segunda década, como al inicio de los 60s, 80s, 2000 y ahora, 2020. Avisan de cambios radicales.
Júpiter sostiene la visión de nuestro más brillante destino. Saturno contiene la memoria del largo pasado de la humanidad. Sus conjunciones forman una especie de sala de juntas cósmica en la que se reúnen a decidir el camino para los próximos veinte años.
El día del solsticio, en esta ocasión, se encuentran en el primer grado de Acuario, lo cual nos acerca más al momentum de la tan esperada Era de Acuario, tiempo designado para el despertar masivo de la consciencia.
Si al asomarnos por la ventana lo que vemos afuera no luce precisamente como si la humanidad está despertando es porque nuestra especie no despertará hasta que nos demos cuenta de cuán no despiertos estamos.
Exhaustos, enfermeros, médicos y personal sanitario todo miran con tristeza la indolencia de quienes siguen en las calles como si no sucediera nada.
La batalla es en el plano astral y consiste en energías polarizadas. Conforme hemos avanzado, la polarización se ha hecho más extrema, por eso parece que hay más oscuridad cuando la realidad es que hay más luz y ahora vemos lo que antes estaba oculto. De eso se trata lo que estamos presenciando en el campo de juego del ego; parecería ser una película de ficción en la que pasan cosas horribles, llueven tragedias y desgracias, personajes malévolos y desalmados hacen de las suyas impunemente, las personas son víctimas impotentes de poderes oscuros invisibles que las enferman, las contaminan y las destruyen. En el cine, lo que vemos nos mueve, nos dispara emociones negativas, pero sabemos que todo es ficción, que al terminar la película, regresaremos a nuestra vida cotidiana, a nuestra zona de confort.
Tarot Osho Zen: Darse Cuenta
Aunque parezca real, lo que se juega en el escenario del mundo externo es tal como una película, una ficción producto de las ilusiones y mentiras que nos han inoculado desde que éramos unas indefensas criaturas. Todo lo que aprendimos de nuestros padres, la escuela y la sociedad nos ha conformado dentro de la Matrix, nos ha esclavizado en la creencia de que somos víctimas impotentes de las circunstancias externas y de los otros, seres ínfimos y perecederos, nacidos en pecado y condenados a morir.
El invierno 2020-2021 será el tiempo de la gran Des-Ilusión. Seguramente, para la mayoría este año no ha traído más que decepción y frustración y no ven la hora de que se acabe. Pero, si podemos ver la joya escondida dentro de la piedra, el gran regalo de la des-Ilusión será el despertar a la esencia de nuestro verdadero Ser, parte orgánica del Todo, una pequeña gota en el mar de la Consciencia.
Tarot Osho Zen: Conciencia
Todo lo que ocurre es parte del proceso de ascensión, no hay error. El encierro nos viene bien y nos permitirá hacer frente a lo que tenemos que sanar. Todo saldrá a la luz, lo que sale a la superficie es para nuestro bien, para que podamos ver nuestras heridas, sentirlas y aceptarlas. Sólo entonces podremos hacer algo para sanar y cambiar.
Pero el año no termina aún. La reclusión forzosa a lo largo de casi todo el año nos ha dado una rara oportunidad para ir hacia dentro. La fase más desafiante será durante los próximos meses. Será un invierno frío y duro. Las presiones van a incrementar los miedos, el descontento, el enojo. Ante los nuevos elevados récords de muertes y contagios y la impotencia de los gobiernos para detener la pandemia, se endurecen las restricciones a la vida pública. Este invierno, lejos de las distracciones comunes a la época -las fiestas, las compras, las vacaciones- tenemos la oportunidad de honrar el tiempo del invierno como es su verdadera naturaleza: en recogimiento y reflexión. Aprovechemos el encierro para enfrentar lo que no anda bien en nuestra vida: cuando estás en la relación equivocada, el trabajo que no es ideal, una situación familiar tóxica, etc.
Aquí es donde entra en juego el libre albedrío. Habrá de todo en la viña del Señor. Estarán los que opten por la negación y pretendan seguir adelante con su vida y sus festejos como si nada; quienes acaten las medidas restrictivas hasta el extremo; quienes sepan cuidarse sin exagerar, sin caer en el pánico ni la frustración. Si bien el proceso de transición hacia la cuarta densidad es colectivo, la responsabilidad sigue siendo individual. Cada uno tendrá que decidir qué y cómo hacer. Tendremos que enfrentar nuestro propio karma, el resultado de nuestras acciones y decisiones a lo largo de nuestra vida.
Las respuestas no van a venir desde afuera. No nos enredemos tratando de desfacer entuertos ni combatir molinos de viento. Enfrentemos nuestros demonios, dejemos que el sufrimiento salga a la superficie para que lo escuchemos y podamos liberarlo, para entrar en paz al nuevo mundo.
Si afuera hay contradicción y desconcierto, qué mejor que nuestro SGE (Sistema de Guía Emocional) para iluminar nuestro Camino. Este desafío no lo vamos a responder desde la lógica, sino con la intuición y sensibilidad, según el dictado de nuestro corazón. Dicen los taoístas que cuando nacemos, nuestros órganos están llenos de virtud: amor, bondad, sabiduría, integridad, confianza. Esto es el xin, o mente-corazón.
Cuando estamos alineados con la Luz, conectados con nuestro origen, La Fuente, fluimos en nuestro camino con paz y gozo en nuestro corazón. Las emociones negativas nos avisan enseguida, cuando nos estamos saliendo del carril. Estar atentos a lo que sentimos en todo momento nos permite re-calibrarnos de inmediato.
Nuevos modos vienen a nosotros. El cambio que se avecina es imparable y debemos adaptarnos a la situación, no queda otra alternativa. Sepamos que en la primavera 2021 veremos un aire muy distinto, algo inesperado, porque todos habremos hecho nuestra profunda introspección y purificación. Se dice que lo que la Rata inicia, el Buey lo termina; es el último esfuerzo para llegar a la meta.
Concentrémonos en la Luz, que es nuestra verdadera esencia. Seamos receptivos a la frecuencia de amor incondicional que emana desde el centro de la galaxia.
“Sé como el agua, amigo mío, sé como el agua que corre y nunca se estanca, sigue fluyendo.” Bruce Lee
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